Lee Krasner
(1908-1984)
Lee Krasner es uno de los numerosos casos en el que una artista queda totalmente eclipsada por la figura de su marido, cuya relevancia artística anula completamente su obra y su trabajo. Sin embargo Lee Krasner, en realidad Lena Krasner, fue una de las principales representantes del Expresionismo Abstracto norteamericano de mediados del S. XX, y no precisamente por su matrimonio con Jackson Pollock, sino por méritos propios.
Desde jovencita parece que tuvo clara su vocación pictórica, pues comenzó su formación a edad muy temprana en la Washington Irving School, pasando poco después a la Women’s Art School y a continuación a la Art Students League y la Nacional Academy of Design, con lo que completó una sólida formación. Sus primeras obras que surgen en esos años están claramente inspiradas en la pintura de Mondrian, Picasso, y sobre todo de Matisse, del que imitará sus juegos de colores intensos y puros, y su trabajo de formas recortadas. Pero no eran tiempos fáciles para vivir del arte y menos para una mujer, y por ello en los años de la Depresión tuvo que dedicarse a posar para otros artistas, así como a servir copas en el Sam Johnson’s Café de Nueva York.
No por ello dejó de pintar, ni de frecuentar los corrillos artísticos donde pululaban artistas de todo tipo, desde pintores totalmente desconocidos que estaban ensayando nuevas formas de expresión, hasta artistas consagrados como Mondrian, huido a causa de la Segunda Guerra Mundial y a quien conoció personalmente, lo que acrecentó la admiración que ya le profesaba.
Prueba de que su obra y su trabajo avanzaban es que en 1938 contactó con Hans Hofmann, uno de los más prestigiosos profesores de arte estadounidenses, que no sólo aplaudió su trabajo, sino que la animó a seguir por un camino nuevo de experimentación plástica, embrión de lo que habría de ser el fenómeno del Expresionismo Abstracto. Hofmann, le rompía directamente los dibujos que no le gustaban y le insistía en que “el gesto del artista traza su línea”, auténtica declaración de intenciones de lo que habría de ser el nuevo movimiento artístico.
Es en este contexto, cuando Krasner se halla perfectamente integrada en el grupo de jóvenes pintores abstractos norteamericanos, en el que se produce el acontecimiento que marcará su vida. Su inclusión entre los artistas participantes en la exposición colectiva de la McMillen Gallery de Nueva York, no le reporta mayor repercusión artística, pero sí es la ocasión que le permite conocer a Jackson Pollock, en ese momento un artista completamente desconocido, cuya obra aún no había sido valorada y que sufría una fuerte dependencia del alcohol.
Probablemente fuera Lee Krasner, la primera en reconocer la verdadera valía de la obra de Pollock, y de hecho se vio fuertemente impresionada por la intensidad del trazo y la fuerza expresiva de sus pinturas. También por la personalidad que había detrás de aquellas telas. Tanto, que se casan en 1945, comenzando a partir de ese momento una nueva vida para Lee Krasner. Y no sólo por su nuevo estado civil, sino porque decide dedicar su vida en cuerpo y alma al éxito de su marido. Su especial relación con artistas como De Kooning, críticos como H. Rosenberg y su amistad con personalidades como Hofmann, sirvieron para promocionar la obra de su marido. No sólo eso, también aborda con abnegación todas las tareas estrictamente maritales y reduce su trabajo pictórico, que cuando puede hacerlo lo realiza en el salón de la casa mientras el estudio queda reservado para Pollock. Lo apoyó, lo ayudó, luchó contra su alcoholismo y si no le dio un hijo fue porque “no podría lidiar con otro más”. En cualquier caso su labor contribuyó al éxito de su marido, que al final terminaría convirtiéndose en el mayor exponente del Expresionismo Abstracto y uno de los pintores fundamentales del S. XX.
Muerto Jackson Pollock en 1959 en un accidente de tráfico, Lee Krasner vuelve a reencontrase consigo misma y retoma su trabajo pictórico, aunque la sombra de su marido seguiría eclipsándola en vida, y tanto es así que en los primeros estudios y recopilatorios que se realizan sobre el Expresionismo Abstracto, ella no aparece en ninguno. Tendrá que esperar a las dos grandes retrospectivas que se hacen sobre su obra: en 1965 en la Whitechapel Gallery de Londres, y sobre todo la antológica en el Whitney Museum de Nueva York de 1973.
La obra de Krasner tiene dos etapas claramente definidas, cuya frontera se halla lógicamente en su relación con Pollock. Su periodo anterior al matrimonio está marcada por una pintura de formas geométricas y colores vivos, fuertemente contorneados de negro. Se aprecia una lejana influencia picassiana, un fuerte influjo en los collages de Matisse y una inspiración en el Neoplasticismo de Mondrian, pero que en ella adquiere un sentido más espontáneo, en la línea del “gesto automático” que defiende el Expresionismo Abstracto. Su segunda etapa adquiere un sentido más lírico, en el que su abstracción se diluye ahora en formas más suaves y redondeadas, y que incluso pierde parte de su abstracción en beneficio de formas vegetales más realistas, como ocurre con sus Series de la Tierra Verde que realiza sólo un años después de morir su marido. Eso sí, sin perder nunca de vista el protagonismo del color, rotundo, vivo, palpitante.
Lee Krasner moría en Nueva York en 1984.